@CordobCarlos
Por
estos días se están consolidando las cifras de
ejecuciones de los gobiernos urbanos durante el 2013 y ya comienzan a hacerse
balances con un poco más
aterrizados que los eufóricos
triunfos que tienden a hacerse públicos
en las alegrías de final de
año donde todos los
gobiernos dicen haber hecho más
de lo que les tocaba. Además
comienzan a aparecer los llamados rankings o comparaciones entre ciudades que
son cada vez más comunes en
el mundo urbano.
Sobre
esto hay tres cuestiones que quiero analizar en esta entrada. En primer lugar
está la proliferación de rankings, hoy los hay para
todo, hemos pasado de tener 3 o 4 sobre temas puntuales: seguridad, crecimiento
económico, empleo o temas de
ese tipo, a tener varios por cada sector. En competitividad se difunde más de 10, en seguridad hay varios
de datos duros y muchos de percepción.
En educación, salud, niñez, medio ambiente, en transporte
ni se diga, se mide y se comparan muchas cosas para sacar varios ranking. Tener
buena información técnica sobre las ciudades es
indispensable, poder comparar sectores y resultados entre ellas es muy útil, pero ¿no estaremos exagerando?, con tanta comparación y tanto dato, de cuya seriedad
hablaremos más adelante, ¿no terminamos en las mismas? Es
decir, concluyendo que esta ciudad va bien en esto pero mal en aquello,
mientras que otra subió en
esto tres puntos en tal ranking y bajo dos en el otro. Al final ¿qué
conclusión se saca? Más allá de: en unas cosas me va bien, en otras mal y en
otras estoy en la mitad. No veo porque correr cien regresiones para tener que
llegar esta conclusión que
es bastante obvia.
En
segundo lugar, está la
pregunta ¿cómo se arman estas comparaciones?,
es realmente sorprendente cómo
los medios están “al acecho” para difundir los resultados de estos rankings y la
mayoría de las veces no se
hacen la menor pregunta sobre cómo
se construyen. Aquí hay de
todo. Desde informes muy serios con series históricas
de datos que permiten identificar tendencias y además con anexos explicativos e interpretativos, hasta
andamios de datos donde se junta peras con manzanas y se llegan a conclusiones
asombrosas sobre los mangos. Informes que no resistirían un estrujón
técnico. También están los que son contratados por determinados sectores
que, como las encuestas contratadas por una campaña
política específica, desde el principio se sabe
cuál será el resultado. Recuerdo un
ranking de seguridad muy conocido, donde se le pregunta a los ejecutivos
extranjeros en una ciudad si esta es peligrosa, como quiera que en muchas
ocasiones los sueldos de estos ejecutivos cuentan con primas de seguridad y la
firma que hace el ranking reporta a las casas matrices, no hay ninguna
posibilidad de que se responda que la ciudad es segura. Como ese hay muchos
ejemplos. Por no hablar de datos incompletos, de preguntas mal formuladas en
encuestas, de comparaciones de anualidades y agregados diferentes, de simulación de datos cuando no existen o
de revolver fuentes primarias y secundarias. Pero repito, es realmente increíble como la prensa, algunos
analistas e incluso varios gobiernos “tragan
entero” en esto y asumen los
rankings como verdades reveladas.
En
tercer lugar está la
pregunta ¿quién los usa y para qué sirven? La mayoría de las veces, salvo los índices e informes robustos, pasan
desapercibidos después de un
par de días de debates en
medios. Creo que más del 80%
de estos ranking nadie los usa, nadie los analiza y ningún gobierno los toma en cuenta. De hecho varios
desaparecen después de
intentar suerte dos o tres años y el próximo
año surgen algunos nuevos
que prometen ser la panacea de la comparación
del desarrollo urbano. De hecho es bastante sano no tenerlos en cuenta ya que hay muchos que llegan a conclusiones y recomendaciones absolutamente contradictorias. La presentación
y difusión de los ranking
termina siendo un rito más
en la ciudad.
Hacer
un ejercicio de medición y
comparación es útil, los datos son fundamentales
para ver la calidad del gobierno y para donde va la ciudad, pero hay que
resistir la tentación de
caer en el snob de tener ranking para todo y mejor hacerse buenas preguntas
sobre su utilidad. Bien, esta entrada es corta ya que estoy pensando en ir a
armar un ranking sobre los rankings de desarrollo urbano.