jueves, 29 de agosto de 2013

Peguémosle al policía!!!!

Mucho se ha comentado y denunciado en las redes sociales sobre excesos por parte de la policía en los bloqueos de los campesinos en el paro agrario. Las desmandadas de la policía deben ser revisada, corregidas y si es necesario castigadas.

Otra cosa es la que esta sucediendo en las ciudades. Richard Sennett ha mostrado como la resistencia es una pulsión del cuerpo "la resistencia es una experiencia fundamental y necesaria para el cuerpo humano: gracias a la sensación de resistencia, el cuerpo se ve impulsado a tomar nota del mundo en que vive”. La resistencia urbana es una aventura, la subversión del “orden” urbano es una tentación difícil de aguantar sobre todo si se está en colectivo. 

En el campo es difícil encontrar contra que resistir, por eso las vías, las vías que van a la ciudad, son el más importante trofeo. En la ciudad la cosa es distinta, por donde se miré hay cómo mostrar la resistencia, por supuesto las vías que la conectan están de primeras en la lista pero no son las únicas. Por eso la protesta en la ciudad es un tema de cuidado, la línea entre la resistencia y la agresión es muy delgada, máxime cuando existen provocaciones. Los primeros que pueden comenzar a sufrir las descargas son los edificios, público o privados no importa, destruir, pintar, romper hacer parte del desahogo, del deseo de hacer evidente que ¡aquí estamos protestando!. La ciudad de los edificios o de los coches sufre pero ya se recuperará. Lo realmente complicado ocurre cuando se enfrentan los cuerpos, cuando la pulsión va más allá de la destrucción de la piedra y quiere confrontar la carne.

Me he planteado varias veces qué pensará un miembro del ESMAD que al lado de otros 10 o 15 policías intentan resistir a la resistencia. Qué sienten, qué piensan cuando una turba se les viene encima piedra y garrote en mano mientras ellos son el objeto que encarnan aquello a lo que se quiere resistir, sea el régimen, el establecimiento, el modelo o como lo quieran llamar. Esos cuerpos deben temblar, deben estar muertos del miedo, mucha confusión debe haber en sus mentes, tal vez piensen ¡hoy puedo morir! y de hecho puede pasar.

Hoy en Bogotá un grupo de jóvenes se interpuso entre unos encapuchados y unos policías, los medios dicen que los salvaron de un linchamiento (ver link). No veo de donde los iban a colgar, pero si es posible que en ese imaginario donde el policía encarna a lo que se quiere resistir, estos señores hayan terminado sin vida o mal heridos. Bien por los jóvenes que en un momento de lucidez entendieron que con matar 20 policías no se iban a reducir los precios de los insumos agrícolas.  Muy mal por la turba que tiene tan poco claro por qué protestan y a qué están resistiendo, como para pensar que de paso pueden llevarse la integridad de otros. 

La ciudad debe seguir siendo un espacio donde se pueda resistir, pero esa resistencia no puede ser tan banal como para concluir que lo más heroico es que entre todos le peguemos al policía!
@CordobCarlos