martes, 17 de diciembre de 2013

Bogotá sin Alcalde: ¿Al final quién pierde?


@CordobCarlos
Mucho se ha discutido en los medios colombianos sobre la destitución del Alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Cientos de notas de prensa, varias decenas de columnas, miles de tuits y de manifestaciones en las redes han debatido sobre el futuro del alcalde. En cambio han sido muy pocas las notas que se han dedicado a auscultar cuál será el futuro de Bogotá. Propio de nuestra triste historia donde un escándalo tapa el otro y donde genera mayor interés una confrontación política que una discusión sobre desarrollo.



En esta entrada voy a centrarme en las consecuencias que tiene para la ciudad la supuesta salida del Alcalde. Más allá de si es justa o injusta, legal o ilegal, hay cuatro grandes temas en los cuales pierde Bogotá por culpa de estos “bandazos” institucionales.

1.     El largo plazo. La ciudad pierde cada vez más su capacidad de pensar y planear el largo plazo, los constantes cambios de “modelo” han generado que se pierda todo interés por planear el largo plazo, o por lo menos por construir referentes estratégicos para el largo plazo. Atrás quedó la planeación indicativa que quería definirlo todo por anticipado, es cierto, pero no hay ciudad en el mundo que haya logrado una transformación importante sin que se haya dado un ejercicio de reflexión y apuesta estratégica para el largo plazo. Paradójicamente Bogotá es ejemplo de ello, los grandes avances que se dieron durante los años 90 e inicios de la primera década del siglo XXI recogieron propuestas y apuestas de los ejercicios de planeación y prospectiva que se elaboraron por aquel entonces. ¿quién se ocupa del largo plazo de la ciudad en medio de los escándalos de corrupción de hace un par de años o de la confrontación política que estamos viviendo ahora?
2.     Consolidación de políticas. El otro gran sacrificio es la posibilidad de consolidar políticas. Una ciudad tan grande y compleja necesita ensayar, probar, aprender y corregir para poder adoptar políticas públicas efectivas. En periodos de trabajo de dos años o menos es imposible consolidar una política pública. Si a los cambios en los alcaldes se suma una alta rotación en varias carteras como efectivamente lo hemos tenido, lo que tenemos es un costoso y permanente recomenzar de ensayos y formulaciones de políticas que nunca llegan a consolidarse. ¿a quién le interesaría consolidar una política pública heredada si es mas vendedor diferenciarse y mostrar cada dos años que se están reinventando la ciudad?

3.     La ejecución del presupuesto. Paradójicamente el mismo día que se anunció la destitución del Alcalde, también se aprobó en el Concejo el presupuesto más alto en la historia de Bogotá, 14,7 billones de pesos para el año 2014. En Bogotá hace rato el problema dejó de ser de recursos, lo complicado es ejecutar y en eso los últimos gobiernos han mostrado que se enredan mucho en trámites y que al año se deja de ejecutar más de un billón de pesos. El año 2014 ya presentaba un reto para la ejecución debido a la llamada Ley de Garantías que comienza a regir por las elecciones nacionales y que restringe varias formas de contratación. Si a esto se le suma que difícilmente se sabrá quién es el nuevo Alcalde antes de 4 meses y que quien llegue tendrá que comenzar a lidiar con un presupuesto ya aprobado, no es descabellado pensar que por lo menos una cuarta parte del presupuesto del 2014 quedará sin ejecutar en detrimento de los ciudadanos que necesitan los bienes y servicios que se planean costear con esos recursos. ¿No estamos teniendo en estos gobiernos de corto plazo una capacidad de anuncio que parece ser inversamente proporcional la capacidad de ejecutar recursos para tener resultados?
4.     Los proyectos estratégicos para la ciudad. Por último hay una serie de grandes proyectos que quedan en el limbo y dependerán de las decisiones del próximo mandatario, algunos de ellos son:
a.     El SITP. El sistema integrado de transporte nació con muchos problemas y en su implementación estos no han hecho más que acrecentarse, hoy es incierto su financiamiento y su futuro, la inestabilidad institucional aumenta la probabilidad de que al final este sea otro fracaso en el intento por ordenar la movilidad en la ciudad.
b.     El Metro. Es tal vez el proyecto más amenazado, aunque el Alcalde deja lista la financiación y acaba de dar claras muestras de querer dejar inamovibles en este crucial proyecto, lo cierto es que el próximo Alcalde podrá definir si contrata o no las obras y lo mas probable es que no lo hará.

c.     Recolección de basuras. El “florero de Llorente”, el tema por el cual supuestamente es destituido el Alcalde queda también en el limbo. Un año después de iniciar su implementación es claro que su nivel de eficiencia deja mucho que desear y el desorden administrativo e institucional acompañado de la falta de planeación no le auguran nada bueno. Si además llega un Alcalde de otra corriente ideológica, lo más probable es que devuelva la ciudad al esquema de oligopolio en el que se encontraba, mientras tanto preparémonos para más improvisaciones.

d.     Por último esta el Plan de Ordenamiento Territorial. Los gobierno de corto plazo de Moreno y López no fueron capaces de hacer una revisión del POT, ahora lo agradecemos. El gobierno de Petro se encaminó en un POT que cambia radicalmente el modelo de ciudad, esto el valió no pocas peleas con fuertes contendores públicos y privados. Con toda seguridad el que llegue no va a querer heredar estas peleas y preferirá volver a hacer revisión, es decir, solo tendremos nuevo POT a mediados del 2015.

Tal vez estoy viendo el vaso medio vacío. Pero claramente en este coyuntura la que pierde es Bogotá, sus ciudadanos, su ordenamiento, su desarrollo y su bienestar. Es un sacrificio que los egos políticos y las decisiones judiciales lastimosamente no miden pero que harán más mella que toda la parafernalia que se esta ventilando de lado y lado en esta coyuntura.