El
lento arranque del SITP
Carlos Córdoba
Martínez
@CordobCarlos
Los anuncios sobre las
grandes transformaciones de la movilidad en Bogotá son de vieja data. Tal vez
el primero se dio en 1910 cuando se comenzaron a reemplazar las mulas y bueyes
por motores eléctricos como sistema de tracción de los tranvías. Los gobernantes
de aquel entonces afirmaban que con este cambio Bogotá se estaba poniendo a la
vanguardia de transporte urbano en Latinoamérica. Baste recordar que por
aquellos años Buenos Aires estaba terminando su primera línea de Metro.
Hace más de una década
se está anunciando la organización del transporte público de Bogotá. Se nos
dijo que la entrada de Transmilenio era la cuota inicial del nuevo sistema y
que rápidamente los bogotanos tendríamos un transporte más eficiente y digno.
En el pasado gobierno se hicieron los diseños y se estructuró el Sistema
Integrado de Transporte Público –SITP-, muchas discusiones se dieron ya que a
pesar de tener un excelente grupo de técnicos en los diseños, los contratos que
se firmaron son leoninos y favorecen ampliamente al poderoso gremio de los
transportadores. La concesión otorgada por un cuarto de siglo es realmente
impresentable pero así los adjudico y firmó el Alcalde Moreno, una muestra más
de que donde hay politiquería la técnica tiene poco que hacer. Dicho sea de
paso, ese es un juicio de responsabilidad que todavía esta pendiente con esa
Administración.
A pesar de la firma de
los contratos que ya aseguraba las ganancias de los transportadores, el sistema
no arrancó en esa Administración, el “chicharrón” se lo dejaron al siguiente,
al Alcalde Petro que ha tenido que enfrentar este gigantesco problema y que no
se ha caracterizado por la estabilidad en directrices sobre el sector. Lo
cierto es que hoy tenemos lo que todos los expertos decían que no se debía
hacer: un SITP arrancando a paso de tortuga y compitiendo en desventaja con un
vetusto e indigno transporte que se aferra con uñas y dientes para que no lo
saquen del juego, a pesar de que muchos de los propietarios son los mismos.
Como si fuera poco, varios de los “nuevos” operadores del sistema están
amenazando con declararse en quiebra y por la clase de contratos que se
firmaron lo más probable es que sea la Administración la que tenga que
responder, es decir, nosotros con nuestros impuestos.
Después de una década de anuncios, de años de debates y diseños, de licitaciones multimillonarias, hoy seguimos viendo los racimos de personas que tienen que abrirse paso a codazos entre sus congéneres mientras conductores suicidas infringen toda suerte de normas para ganar la guerra del centavo. No es un tema fácil pero la ciudadanía ya ha dado un compás de espera demasiado largo. Los ciudadanos querríamos ver el mismo arrojo que ha tenido el Alcalde en decisiones como el desmonte del oligopolio en la recolección de las basuras o la reducción de las tarifas del agua, en el liderazgo de la implementación del SITP, lo cual sugiere enfrentar los intereses del poderoso gremio de los transportadores. Si hay algo que va en contra de la llamada Bogotá Humana es el desgobierno del transporte público de la ciudad, ojala la Administración muestre resultados en el corto plazo.