@CordobCarlos
Mucho se ha
discutido en los medios colombianos sobre la destitución del Alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Cientos de notas de prensa, varias
decenas de columnas, miles de tuits y de manifestaciones en las redes han
debatido sobre el futuro del alcalde. En cambio han sido muy pocas las notas
que se han dedicado a auscultar cuál
será el futuro de Bogotá. Propio de nuestra triste
historia donde un escándalo
tapa el otro y donde genera mayor interés
una confrontación política que una discusión sobre desarrollo.
En esta
entrada voy a centrarme en las consecuencias que tiene para la ciudad la
supuesta salida del Alcalde. Más
allá de si es justa o
injusta, legal o ilegal, hay cuatro grandes temas en los cuales pierde Bogotá por culpa de estos “bandazos” institucionales.
1. El
largo plazo. La ciudad pierde cada vez más su capacidad de pensar y
planear el largo plazo, los constantes cambios de “modelo”
han generado que se pierda todo interés
por planear el largo plazo, o por lo menos por construir referentes estratégicos para el largo plazo. Atrás quedó la planeación
indicativa que quería
definirlo todo por anticipado, es cierto, pero no hay ciudad en el mundo que
haya logrado una transformación
importante sin que se haya dado un ejercicio de reflexión y apuesta estratégica
para el largo plazo. Paradójicamente
Bogotá es ejemplo de ello,
los grandes avances que se dieron durante los años
90 e inicios de la primera década
del siglo XXI recogieron propuestas y apuestas de los ejercicios de planeación y prospectiva que se elaboraron
por aquel entonces. ¿quién se ocupa del largo plazo de la
ciudad en medio de los escándalos
de corrupción de hace un
par de años o de la
confrontación política que estamos viviendo ahora?
2. Consolidación de políticas. El otro gran sacrificio es la posibilidad de
consolidar políticas.
Una ciudad tan grande y compleja necesita ensayar, probar, aprender y corregir
para poder adoptar políticas
públicas efectivas. En
periodos de trabajo de dos años
o menos es imposible consolidar una política
pública. Si a los cambios
en los alcaldes se suma una alta rotación
en varias carteras como efectivamente lo hemos tenido, lo que tenemos es un
costoso y permanente recomenzar de ensayos y formulaciones de políticas que nunca llegan a
consolidarse. ¿a quién le interesaría consolidar una política pública heredada si es mas vendedor diferenciarse y
mostrar cada dos años que
se están reinventando la
ciudad?
3. La
ejecución del
presupuesto. Paradójicamente el mismo día que se anunció la destitución del Alcalde, también se aprobó en el Concejo el presupuesto más alto en la historia de Bogotá, 14,7 billones de pesos para el
año 2014. En Bogotá hace rato el problema dejó de ser de recursos, lo
complicado es ejecutar y en eso los últimos
gobiernos han mostrado que se enredan mucho en trámites
y que al año se deja de
ejecutar más de un billón de pesos. El año 2014 ya presentaba un reto
para la ejecución debido a
la llamada Ley de Garantías
que comienza a regir por las elecciones nacionales y que restringe varias
formas de contratación. Si
a esto se le suma que difícilmente
se sabrá quién es el nuevo Alcalde antes de 4
meses y que quien llegue tendrá
que comenzar a lidiar con un presupuesto ya aprobado, no es descabellado pensar
que por lo menos una cuarta parte del presupuesto del 2014 quedará sin ejecutar en detrimento de
los ciudadanos que necesitan los bienes y servicios que se planean costear con
esos recursos. ¿No estamos
teniendo en estos gobiernos de corto plazo una capacidad de anuncio que parece
ser inversamente proporcional la capacidad de ejecutar recursos para tener
resultados?
4. Los
proyectos estratégicos
para la ciudad. Por último hay una serie de grandes
proyectos que quedan en el limbo y dependerán
de las decisiones del próximo
mandatario, algunos de ellos son:
a. El
SITP. El sistema integrado de transporte
nació con muchos
problemas y en su implementación
estos no han hecho más que
acrecentarse, hoy es incierto su financiamiento y su futuro, la inestabilidad
institucional aumenta la probabilidad de que al final este sea otro fracaso en
el intento por ordenar la movilidad en la ciudad.
b. El
Metro. Es tal vez el proyecto más amenazado, aunque el Alcalde
deja lista la financiación
y acaba de dar claras muestras de querer dejar inamovibles en este crucial
proyecto, lo cierto es que el próximo
Alcalde podrá definir si
contrata o no las obras y lo mas probable es que no lo hará.
c. Recolección de basuras. El “florero
de Llorente”, el tema por
el cual supuestamente es destituido el Alcalde queda también en el limbo. Un año después de iniciar su implementación es claro que su nivel de eficiencia deja mucho
que desear y el desorden administrativo e institucional acompañado de la falta de planeación no le auguran nada bueno. Si
además llega un Alcalde de
otra corriente ideológica,
lo más probable es que
devuelva la ciudad al esquema de oligopolio en el que se encontraba, mientras
tanto preparémonos para más improvisaciones.
d. Por
último esta
el Plan de Ordenamiento Territorial. Los
gobierno de corto plazo de Moreno y López
no fueron capaces de hacer una revisión
del POT, ahora lo agradecemos. El gobierno de Petro se encaminó en un POT que cambia
radicalmente el modelo de ciudad, esto el valió
no pocas peleas con fuertes contendores públicos
y privados. Con toda seguridad el que llegue no va a querer heredar estas
peleas y preferirá volver a
hacer revisión, es decir,
solo tendremos nuevo POT a mediados del 2015.
Tal vez
estoy viendo el vaso medio vacío.
Pero claramente en este coyuntura la que pierde es Bogotá, sus ciudadanos, su ordenamiento, su desarrollo y
su bienestar. Es un sacrificio que los egos políticos
y las decisiones judiciales lastimosamente no miden pero que harán más mella que toda la parafernalia que se esta
ventilando de lado y lado en esta coyuntura.
A la Nación le costaría $ 60.000 millones, según el Registrador. Perdemos demasiado, por la prepotencia y egocentrismo del Fachoprocurador. Lo que dices es bastante cierto, la continuidad de los programas y proyectos. Los nuevos vienen con nuevas ideas, con deseos de cacería de brujas, aprovechar el cuarto de hora. Hacer campaña para el partido para la futura alcaldía. El común no dimensiona la gravedad. Perdemos y mucho.
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